viernes, 17 de junio de 2016

POLÍTICOS INÚTILES

Ya hemos agotado una legislatura en España sin ejecutivo.
Nos vemos abocados a unas nuevas elecciones y parece que las las sabias urnas pueden deparar el mismo resultado de las anteriores elecciones. O bien las urnas no son tan sabias, o bien nuestros políticos no están sabiendo estar a la altura de las circunstancias y son incapaces de hacer política de verdad. Porque mandar con mayorías absolutas, no es hacer política en democracia.
Voy a transcribir unas líneas que he encontrado en un libro y reflejan la indignación del pueblo con los parlamentarios. Dice así:
  "Pasa el día de las elecciones. Los parlamentarios hicieron la última asamblea popular, que sólo se renovará cinco años más tarde; y, abandonando la domesticación de la plebe, se entregan al desempeño de sus altas y agradables funciones. Se disuelve la "comisión del programa" y la lucha por la reforma de las instituciones reviste de nuevo la modalidad de lucha por el querido pan nuestro de cada día, por la "dieta", como la llaman los diputados.
El "señor representante del pueblo", elegido por un período de cinco años, se encamina todas las mañanas al Congreso y llega por lo menos hasta la antesala, donde encuentra la lista de asistencia. Sacrificándose por el bienestar del pueblo, inscribe allí su ilustre nombre y toma, a cambio de ello, la muy merecida dieta que le corresponde como insignificante recompensa por éste, su continuado y agobiante trabajo.
Al finalizar el cuarto año de su mandato, o también en otras horas críticas, cuando se aproxima la fecha de la disolución del Parlamento, invade súbitamente a los señores diputados un inusitado impulso y las orugas parlamentarias salen, cual mariposas de su crisálida, para ir volando al seno del "querido" pueblo. De nuevo se dirigen a sus electores, les cuentan de sus labores fatigantes y del malévolo empecinamiento de los adversarios, pero las masas ignaras, en lugar del agradecido aplauso, les lanzan en la cara, a veces, expresiones ásperas, llenas de odio. Si esa ingratitud popular sube hasta un cierto punto, sólo un remedio puede servir: es preciso restaurar el esplendor del Partido, el programa necesita ser mejorado, renacen las "comisiones" y recomienza la parodia. Dada la granítica estupidez de nuestra Humanidad, el éxito no debe sorprendemos. Guiado por su prensa y alucinado por la seducción del nuevo programa, el rebaño electoral, tanto "burgués" como "proletario", retorna al establo común para volver a elegir a sus antiguos defraudadores.
De esta forma el "representante" del pueblo, el candidato de las clases productoras se transforma nuevamente en oruga parlamentaria, que se ceba en la vida del Estado para, cuatro años después, metamorfosearse otra vez en brillante mariposa.
¡Nada más decepcionante que observar todo ese proceso en su desnuda realidad!"
Cuando a la vuelta de los años vemos que esto desemboca en una canallada nos indignamos y lo condenamos (lo que vino después, y por lo mismo este escrito aunque muchos no sabrán cuál es) y sin embargo hay que reconocer que recoge la viva imagen que de los políticos tenemos muchos españoles, y no sólo los españoles. 
Cuando leo esto comparto mi indignación con muchos que antes se aferraron a ideales que prometieron librarles de estos políticos, pero estoy lejos de dejar canalizar mi indignación por gente así. Leí el libro INDIGNAOS y tantos otros que se alimentaron de la indignación que dio lugar al 15M, y sin embargo no me identifico con los políticos que han levantado oportunistas banderas para canalizar la legítima indignación de un pueblo tanto tiempo sometido al oprobio.
Hoy escribo estas líneas para dejarlas en todos los sitios y en ninguna parte, por si alguien las lee. Con ellas quiero compartir el deseo y la esperanza de que nos veamos libres de los políticos y de quienes vienen a liberarnos de las viejas políticas para traernos un mundo más feliz.
Es cierto mucho de lo que hay en la crítica. Tenemos más que suficientes motivos para la indignación. Pero no debemos dejarnos arrastrar por los sentimientos. Confío en que nuestros políticos, nuestros demostradamente inútiles políticos, esta vez sepan ganarse el prestigio que proclaman y sirva ello de vacuna para que no vengan salvadores de la patria. Porque los tiranos no se hacen solos: los tiranos se alimentan del odio del pueblo que crece al amparo de los desmanes de los políticos.
Espero que estos políticos inútiles que tenemos tengan un último acto que los redima de su incapacidad y sepan poner fin a esto de una forma digna: que sepan hacer un gobierno (parece que ellos están más por la labor de confiar en mayorías absolutas. Si las urnas finalmente deparan un resultado de mayorías absolutas seguro que será para ello un alivio. Si no hay mayorías absolutas, a ver qué hacen...)

No hay comentarios:

Publicar un comentario